Aunque en el «ternasco asado» cada oficiante tiene su liturgia, ésta parece ser la receta más tradicional, dentro de la no muy lejana tradición que tiene en tierras aragonesas el consumo de cordero lechal. Preparación: Se cortan las patatas a rodajas gruesas, y con ellas, ligeramente humedecidas con agua, se cubre el fondo de una bandeja de hornear. Sobre las patatas se coloca el ternasco entero o cortado a trozos regulares-, espolvoreado de sal y frotado enérgicamente con dos de los dientes de ajo. En una sartén aparte se funde la manteca de cerdo aderezada con el romero bien molido y la mezcla resultante se vierte sobre la carne, que se introduce en el horno previamente calentado a potencia media. Cuando la carne ya está tostada por ambos lados se rocía con un majado hecho con los dientes de ajo restarites, el perejil, un poco de aceite de oliva y el vino blanco, manteniéndose la fuente en el horno hasta que se termina de asar. Hay quienes pasan previamente las patatas por la sartén para garantizar su ternura final, y quienes al final le dan un toque de gratinado a la carne.
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